10 enero 2013

los Black Keys

A esta alturas del siglo XXI, en este época en la que las distorsiones y los ritmos contundentes del rock, sólo son valorados si los producen bandas como Fito y los Fitipaldis, Pereza o Estopas varios, en este tiempo en el que la guitarra o la batería han sido sustituídos por instrumentos del diablo en forma de luces y manivelas que suben y bajan, reverberaciones, chuntachuntas y letras igual de cuidadas que la música que las acompaña, de vez en cuando nos encontramos con auténticos grupos como los Black Keys.


Lo de auténticos, no lo digo por que de un modo u otro sean o parezcan originales, si no porque hay que tener cojones para entrar con una propuesta a contracorriente, al más puro rock blusero americano de los 70-80, incluso se permiten el lujo de tocar en directo la mitad de un concierto ( el del Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid ) sólo con una guitarra y una batería, sin ningún tipo de acompañamiento y sonar como la mejor mierda que he escuchado en años. Hace falta cojones. Y ahí están…

El concierto de Madrid fue memorable, aunque comedido, sólo un bis y 90 minutos de rock, el cantante salió con una camisa con flecos, al más puro estilo country hortera, el batería con una pinta de gili que ni te cuento ( parece que les importa poco la imagen ) y durante el metraje sonoro nos transportaron a la América más profunda, a algún pueblo rodeado de carreteras polvorientas, cerca de algún desierto pintón de los Estados Unidos, gatillos oxidados de algún Colt guardado bajo la almohada se dispararon esa noche, sí señor auténticos. Auténticos y familiares.

Una de las mejores bandas del momento

PARTICIPA