27 julio 2011

Mad Men y The Wire o la otra cara de la televisión.


Acabo de terminar de ver las temporadas de dos series de las que dejan huella y no podía reprimirme el deseo de escribir acerca de ellas. Cierto es que voy con retraso y no supondrá novedad para un gran número de personas, pero el ritmo de uno acaba siendo el que es.

La primera de estas series es Mad Men, concretamente la cuarta temporada. Destacar sobre esta temporada que en absoluta decepciona al fiel seguidor de las andanzas de los ejecutivos de Madison Avenue y sus vidas paralelas, nunca mejor dicho.

Los instintos primarios de esta especie de ejecutivo de los años sesenta se centran fundamentalmente y por este orden en mujeres, whisky y mujeres. El ecosistema donde se mueven Don Draper, Pete Campbell o Roger Sterling es el apogeo y desmelene del capitalismo salvaje.

El gran acierto de sus creadores ha sido presentar una estética impecable, unos personajes magistralmente creados y una trama inquietante que gira en torno a la creatividad publicitaria y los conflictos existenciales de sus personajes, en especial el que Don mantiene con su pasado.

En esta cuarta temporada destacan varias cosas. El personaje de Sally Draper, hija de Don (Jon Hamm) y Betty Draper (January Jones) soporta todo lo que se refiere al ámbito familiar, destapa las conciencias de su padre y su madre y afila las típicas dificultades de la adolescencia ¡con sólo diez años! Sally, en varios capítulos, crece por encima de todos con una fuerza fascinante y que nos hace reflexionar –en Mad Men siempre reflexionas- sobre las relaciones familiares.

Por otro lado, a los ya tratados temas del machismo y la discriminación racial se le une la homosexualidad; siempre abordados con la sutilidad con la que estos temas se trataban en los años sesenta. Siempre con la virtud nuevamente, de ponernos -¡50 años después!- delante del espejo.

Podemos estar tranquilos Hamm ha renovado tres años más su contrato con AMC y asegura la continuidad de esta magnífica serie; en mi opinión lo mejor hasta ahora visto en televisión.


Con la otra serie llevo un imperdonable retraso. Se trata del primer año de The Wire. Si Mad Men fue una agradable sorpresa, The Wire ha sido un viento de aire fresco en contenidos policíacos.

Para los que no conozcan la serie, esta primera temporada se estrenó en 2002 y retrata con una fidelidad exquisita el mundo de las drogas y los entresijos policiales de la ciudad de Baltimore.

De la misma forma que Mad Men, presenta el fondo del armario sin tapujos, los bajos instintos de la moral sin ambages.

McNulty, el detective protagonista de la serie, siempre tiene algo enfrente que le impide ser un “buen policía”, un juez que le facilita los registros, un teniente con principios y unos compañeros que poco a poco y superando sus limitaciones van contribuyendo a la causa.

En The Wire los testigos no aparecen por el arte del “virle virloque”, los testigos se buscan y se encuentran dentro de la serie, sin burdas elipsis temporales. En The Wire, un dialogo de dos minutos, en “slang”, entre dos negratas de las Casas Baratas te da una idea de hasta grado llega el fracaso del proyecto educativo estadounidense, cúal es la escala de valores de una sociedad que se encuentra más cerca de la sábana africana –donde sólo el animal más fuerte sobrevive-, que de una sociedad moderna, “humana”.

En los suburbios de Baltimore no hay piedad para los chicos del barrio.

Al igual que Mad Men, cada uno de los personajes conforma un universo propio. El detective McNulty se emborracha en los bares del barrio; su compañero Bunk, compañero de copas, hace que las pruebas de un crimen no aparezcan como conejo de una chistera, son tal cual. Omar el gángster gay; sí, sí, has leído bien, un mafioso homosexual, se mueve como pez en el agua entre la policía y las bandas rivales. Bubbles y el eterno drama de un heroinómano. Kima, mujer, policía y como Omar homosexual, demuestra en todas sus facetas, ser mejor policía que todos sus compañeros de unidad.

Un único caso, el acoso al clan familiar de Avon Barksdale, se desarrolla en trece capítulos. Toda la trama se desarrolla en el tiempo justo, sin prisas ni abracadabras.

Trece capítulos donde la honestidad y la justicia se revuelcan en el lodo que habita en despachos de alcaldes, mandos policiales, fiscales y jueces.

Acabo afirmando que estas series representan la conciencia oculta de una sociedad que definitivamente ha perdido el rumbo y no me refiero sólo a la sociedad de los EE.UU. Una sociedad que ha confundido el suelo con el techo, una sociedad que no habla de problemas, habla de incidentes; en la que lo oscuro es ausencia de claridad.

Por eso The Wire y Mad Men nunca podrán llevarse al cine, porque el cine convencional, ese cine al que emigran todos los grandes actores del mundo, es otra cosa. Nos enseña otros mundos, algunas veces infernales otras veces ideales. Ese cine, sin el que no podríamos soñar, hace mucho tiempo dejó de enseñarnos la vida cotidiana: la relación de un padre con su hija, la vida de una policía con su compañera o la de un capitán, que un día guardó dos mil dólares que no eran suyos en su bolsillo y todos los días se acuerda de ello. ¡No os perdáis a Stringer Bell!

The Wire y Mad Men es sólo eso: la vida cotidiana.



2 comentarios :

Lo primero que se me pasa por la mente (y el cuerpo), después de leer esto, es una agradable sensación de agradecimiento por tan sincera y apasionada recomendación y justificación de algo tan fútil y al mismo tiempo tan interesante, como una buena serie de TV.
Y lo digo porque con reseñas tan bien estructuradas y argumentadas, uno revisitaría lo ya conocido (no es mi caso) y otros, acudirían a la fuente para contrastar tantos parabienes (este sí es mi caso).
Por otro lado, y seguramente de forma demasiado apasionada y menos razonada, tengo que postularme a favor del cine como medio de expresión y también en favor del debate, la denuncia, la reflexión y la inteligencia... aunque tengo que reconocer, que la TV le está cogiendo el pulso y tomándose la mano...
Muy bueno gundemaro y buen debate has abierto...

Deberías dedicar más tiempo a este tipo de publicaciones, muy bueno, me ha gustado mucho tu exposición de las series y tu reflexión final.
Sin duda por lo que comentas son dos de las mejores series del momento, cualquier evento televisivo que te haga reflexionar así merece la pena " dedicarle tiempo ". Mi opinión sobre Mad Men, es que me enganchó pero muy lentamente, no he pasado de temporada y media, me pareció excepcional, original, llena de detalles y pensamientos que al finalizar el capítulo te dejan con un gran sabor de boca, pero el motivo por el que yo no seguí viéndola es que, bajo mi punto de vista no lleva un ritmo adecuado, al menos adecuado para mí, muy lento en ocasiones, episodios impresionantes, dos más que van a ritmo de los coches de la época,.... en fin es mi opinión. De todas formas cualquier serie que se salga de los doctores y los polis, merece la pena dedicarle tiempo y si además sale January Jones, mejor ( tengo que seguir viendo más a ver si se va quitando algo de ropa ). Por cierto el vídeo increíble, vaya lección de Márketing. Leí un artículo hace tiempo en el que comparaban a los personajes de Dexter y Don Draper, aparentemente no tienen nada que ver pero si te fijas comparten muchas similitudes.
En cuanto a The Wire, pensaba que era una serie más de polis y ya está, como decía estoy bastante cansado de los polis y los médicos, pero por lo que veo me he equivocado, intentaré buscar tiempo para verla ( gran lección de ajedrez la del vídeo ).
Mi aportación a las series de ahora, en otra línea, pero muy buenas también: Modern Family y mi amigo Dexter y su oscuro pasajero, nunca defrauda.

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